Mañana es Navidad.
Quiero compartir con ustedes algo muy importante: mi regalo de Navidad.
Allá por mayo y el mismo día que me enteré que estaba enferma, me llamó mi hermano para contarme que iba a ser tía. El mismo día. El y su mujer estaban en una provincia conociendo a la chiquita que hoy es mi sobrina Antonia.
A partir de ese momento, ellos viajaron cada fin de semana miles de kilómetros a visitarla y para hacer los trámites de adopción.
Cuando Ana me sugirió el ejercicio de canjear un pensamiento negativo por dos positivos, aparecían siempre las dos mismas imágenes: la nena primero y una Navidad en familia con ella y un lindísimo vestido blanco.
Porque las leyes de adopción en este país son complejas, el proceso fue largo y doloroso. Antonia no terminaba de llegar. Pero yo estaba segura que eso sucedería cuando yo terminara el tratamiento.
Y así fue. Quince días atrás esta muñeca de dos años me hizo tía.
Y cuando la miro sé que Dios existe, que le puso cuerpo a mi esperanza.
¡Feliz Navidad para todos!
Siempre me gustó hablar, pero en esta etapa de mi vida prefiero escribir. Hace unos meses me enteré que tengo cáncer de cuello uterino y decidí contar lo que me pasa. Para los que me quieren y preguntan y con la intención también de intercambiar experiencias con otros que, como yo, enfrentan una enfermedad ignorantes, temerosos y aturdidos por la información que viene de afuera y todo lo que nos pasa adentro. Con amor y humor.
martes, 24 de diciembre de 2013
miércoles, 11 de diciembre de 2013
Harta de ser pinchada.
Noble raza la de las extractoras de sangre. Estas señoras tienen en general muy buena mano, confinadas a un pequeño consultorio sacan sangre a granel y cada tanto socorren a algún paciente al borde del desmayo. Tarea ingrata la de estas mujeres.
A mi me pincharon todos los lunes mientras duró el tratamiento. Hoy, a una semana de su finalización, regresé triunfante a hacer -por el momento- un ultimo laboratorio.
La verdad es que yo siempre fui del modelo "sacame acostada", pero durante el tratamiento puse el brazo y jamás acusé recibo del pinchazo. Hablamos de esto con mis amigas que lo comparan con sus embarazos cuando se curtían frente al dolor. Probablemente nos terminamos acostumbrando y nos mentalizamos de que que el fin justifica los medios.
Durante la extracción de esta mañana lamenté informarme de que volví a foja cero. Para colmo estas profesionales del pinchazo se empeñan en describir venas (Y pueden ser muy fanáticas en esto): que es finita, que está seca, que no se ve bien, que no sale nada.... Yo comencé a transpirar. Como aparentemente mis venas estaban poco generosas (Resultado de una semana descompuesta largando químicos, rayos y centellas), esta señora decidió entregarse a la ciencia y meterse a realizar sus excavaciones paleontológicas en mis dos brazos. Seguramente dio con alguna célula Nehardental a juzgar por mi aspecto cadavérico y por expresiones balbuceantes que salían de mi boca implorando piedad.
Lamentablemente mi romance con la aguja no termina, ahora tengo en carpeta dos tratamientos de conducto. Químicos y radiaciones alteraron el ph de la saliva y produjeron caries.
Daños colaterales.
Pido mil disculpas a mis lectores impresionables. Yo sigo poniéndole onda, pero por el momento este tema me hinchó la vagina (No los huevos, aunque lo tengo y bien puestos).
Noble raza la de las extractoras de sangre. Estas señoras tienen en general muy buena mano, confinadas a un pequeño consultorio sacan sangre a granel y cada tanto socorren a algún paciente al borde del desmayo. Tarea ingrata la de estas mujeres.
A mi me pincharon todos los lunes mientras duró el tratamiento. Hoy, a una semana de su finalización, regresé triunfante a hacer -por el momento- un ultimo laboratorio.
La verdad es que yo siempre fui del modelo "sacame acostada", pero durante el tratamiento puse el brazo y jamás acusé recibo del pinchazo. Hablamos de esto con mis amigas que lo comparan con sus embarazos cuando se curtían frente al dolor. Probablemente nos terminamos acostumbrando y nos mentalizamos de que que el fin justifica los medios.
Durante la extracción de esta mañana lamenté informarme de que volví a foja cero. Para colmo estas profesionales del pinchazo se empeñan en describir venas (Y pueden ser muy fanáticas en esto): que es finita, que está seca, que no se ve bien, que no sale nada.... Yo comencé a transpirar. Como aparentemente mis venas estaban poco generosas (Resultado de una semana descompuesta largando químicos, rayos y centellas), esta señora decidió entregarse a la ciencia y meterse a realizar sus excavaciones paleontológicas en mis dos brazos. Seguramente dio con alguna célula Nehardental a juzgar por mi aspecto cadavérico y por expresiones balbuceantes que salían de mi boca implorando piedad.
Lamentablemente mi romance con la aguja no termina, ahora tengo en carpeta dos tratamientos de conducto. Químicos y radiaciones alteraron el ph de la saliva y produjeron caries.
Daños colaterales.
Pido mil disculpas a mis lectores impresionables. Yo sigo poniéndole onda, pero por el momento este tema me hinchó la vagina (No los huevos, aunque lo tengo y bien puestos).
martes, 3 de diciembre de 2013
GRACIAS A TODOS!
A mi familia, a mis amigos y a los de mi mamá. A mis compañeros de trabajo, a mis clientes, a quienes conozco poco y a quienes no conocía y se acercaron para alentarme. Es una alegría saber que cuento con todos ustedes.
A los compañeros ocasionales de salas de espera, a los médicos y técnicos, a la ciencia y a los tratamientos menos ortodoxos. A mis gatos. A los de arriba.
A Mariana que hizo de mi mesita de luz un altar y me compartió su cielo, a Ceci, Fernanda y Tato por insistir y asistir, a María Laura por su disponibilidad, al Pimpollo por el descubrimiento, y a María E., María L. y Sandrita, mis ángeles de la guarda.
Su compañía me da alegría, seguridad y mucha fuerza. Valoro cada mensaje que me llega por facebook y al celular, los llamados, el aguante en salas de espera, los viajes en auto y los tupper con manjares (De amigos y sus madres conocedores de mi falta de talento culinario).
Recordaré siempre y muy probablemente extrañe todo esto.
Los quiero.
A mi familia, a mis amigos y a los de mi mamá. A mis compañeros de trabajo, a mis clientes, a quienes conozco poco y a quienes no conocía y se acercaron para alentarme. Es una alegría saber que cuento con todos ustedes.
A los compañeros ocasionales de salas de espera, a los médicos y técnicos, a la ciencia y a los tratamientos menos ortodoxos. A mis gatos. A los de arriba.
A Mariana que hizo de mi mesita de luz un altar y me compartió su cielo, a Ceci, Fernanda y Tato por insistir y asistir, a María Laura por su disponibilidad, al Pimpollo por el descubrimiento, y a María E., María L. y Sandrita, mis ángeles de la guarda.
Su compañía me da alegría, seguridad y mucha fuerza. Valoro cada mensaje que me llega por facebook y al celular, los llamados, el aguante en salas de espera, los viajes en auto y los tupper con manjares (De amigos y sus madres conocedores de mi falta de talento culinario).
Recordaré siempre y muy probablemente extrañe todo esto.
Los quiero.
lunes, 2 de diciembre de 2013
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